… Que fácil es pedir perdón
cuando el corazón está sangrando
mi dolor está brotando
y el daño, no vino a colación.
¿Resentida? No lo dudes.
Cuéntaselo a él.
Me mataste a bocajarro
apuñalaste mi alma en exceso
culminaste el acto en un frío beso
y me dejaste, sola,
yaciendo en el barro.
¿Te arrepientes?
Lo pongo en duda.
Cuéntaselo a él.
Te hablo, mírame,
ahora de frente dime
¿no ves a una mujer abatida?.
la tristeza me dificulta ver la salida
y ni por nuestra vida
que crece en mi viente.
¿Me amas? No es necesario.
Cuéntaselo a él.
La punta de tu daga traicionera
desgarró, uno a uno,
mis tejidos musculosos
ahora, reconstruyo mi sinagoga
con solera ensamblándola
en mis tiempos ociosos.
¿Qué quiero que hagas por mí?
Cuéntaselo a mi corazón
Pues no soy yo quién no te perdona
es él, que ha aprendido de la razón.
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