23 abr 2011

Ridícula

No creo que sea yo la única persona en el mundo, que en una o en varias ocasiones de su vida, no haya sentido como todas las miradas se agrupaban a su alrededor, acusándola y recliminándola su idiotez y a la vez, haciéndola sentir la persona más tonta del mundo, al tiempo que se sentía totalmente humillada y vejada.


No creo que haya sido yo la única persona en el mundo no, pero la humillación de los demás no es la misma que la que sientes en tu propia piel.


He sentido muchas veces esa horrible sensación de saber que has dicho una tonteria y que pese a que te has dado cuenta en el momento, la gente no ha desaprovechado la ocasión para hacértelo ver y sientes las miradas como puñales afilados clavándote con su desprecio.


Yo se lo que es sentirse ridícula. Yo se lo que es el rechazo de la gente, que aunque a veces no te lo dicen claramente, si te lo hacen sentir. Yo se lo que es eso y se lo que duele, por eso, intento evitarlo hacérselo sentir a los demás, por aquello de que no quieras para los demás lo que no quieras para ti.

El comienzo de un amor.

Miro tu fotografía
cual cáliz sagrado
esperando ser afortunada
y colmarme de la inspiración
que me entregue a mí el don
de saber si algún día
tú serás mi ser amado.


Así pues me encuentro
perdida en tu mirada
y nado a través de tu ojos
atreviéndome a cruzar la bahía
en búsqueda de una respuesta
pues ya ves, me pregunto
si pudiera ser
o quizás solo suponer
ya es toda una osadía
que no me puedo permitir
y menos aún atrever?

Aún así, con tu permiso o sin el
recuerdo con nostalgia
aquel día
en el que por pura deducción
un amigo tuvo el desliz
de traerte a mí, sin equivocación.

En aquel encuentro,
no te equivoques
porque tú
no me llamaste la atención.


La segunda vez que te vi
fue en una obra de teatro
en el que nuestro amigo
al mejor estilo Celestino
quiso que pasásemos
todos juntos un buen rato.


Pero como no hay dos sin tres
y como manda la tradición
no le falta razón
al dicho de este refrán
y en una tercera ocasión
nos volvimos a encontrar.
No fue nada particular
pero alguien pudo observar
que no me perdías la mirada.


Y el cuarto encuentro
si es que tiene que ocurrir
aún no se ha dado la ocasión
pero no me pienso resistir
ni poner impedimento
para ¡quién si en ese encuentro!
surja ¡por fín! el comienzo
de nuestro amor.



-Poema dedicado-

22 abr 2011

En un día como hoy...

Buenas mundo!!


Hoy es Viernes Santo y ha amanecido el día lluvioso. Raro es el año que en Semana Santa no llueve. Es una pena por las procesiones pero contra el tiempo metereológico, nada se puede hacer. Como dice el refrán que tantas veces he escuchado decir a mi madre: "Según venga el tiempo se pone la capa".


Por otro lado, estaba pensando en que no me queda nada para la boda de una amiga y no tengo aún que ponerme. Es un problema grave la verdad. Para ya no es eso sólo sino que encima etoy gordísima, creo que jamás había estado tan gorda, pero claro, como dice mi madre "cómo no voy a engordar si no hago movimiento ninguno". Pero bueno.... no es momento de lamentaciones sino de soluciones y la primera solución es moverme más asi que debería de irme a andar todas las noches, seguro que mi cuerpo lo agradecerá y lo notará.


Y hablando de las bodas, etaba como tantas otras veces fantaseando con la mía. Dios, como me encantaría casarme algún día, pero claro, para eso antes debería de conocer al hombre de mi vida y eso ya se ve más difícil.


Por cierto, son ahora mismo las 11:14 y parece ser que va a salir el sol, asi que quién quiera ir al campo a buscar caracoles, seguro que encuentra muchos, jeje.


La gente me da a mí que escriben en un blog para que les lean y para aumentar su autoestima y quizás yo, aunque no lo quiera reconocer, también lo haga por eso, porque como me dice un amigo mio, si te gusta escribir y te diese igual que la gente te leyese o no, lo harías en un cuaderno que guardarías en tu cajón, y puede que tenga razón, pero también es cierto que la tecnologia ofrece posibilidades que no puede tener un cuaderno, entre ellas, el diseño y dicho esto, habrá quién piense que otra opción sería escribirlo en word y guardarlo en el disco duro de tu ordenador o en un pendriver, y sí, no les quito razón en ello, pero bueno, lo cierto es que si lo haces en internet puedes llegar a más gente, al fin y al cabo, debe ser cierto que todos escribimos para que, más tarde o más temprano seamos leídos. Porque incluso los que escriben en diarios, lo hacen en primer lugar para desahogar sus penas y alegrías para sí mismo, no para los demás no, para sí mismo. Pero con el tiempo, seguro que quierén que algún día, cuando ya las cosas no tengan la importancia del momento en el que fueron vividas, sean leídas y por ahí, puedan ser comprendidas muchas de las cosas que hacen y por qué lo hicieron. Quizás pueda ser una hipótesis equivocada pero es lo que pienso.


También es cierto, que cuando yo hice este blog, lo hice sin ninguna pretensión ni mucho menos para que fuese leído. Simplemente se me antojó la idea de crear un blog en el que poderme desahogar al igual que lo hacía en mi diario personal, el cual por cierto tengo muy abandonado. A día de hoy, escribo aqui cosas que tengo por ahí y también lo que me pide el cuerpo como ahora mismo y en cierto modo, creo que leyéndome, se me puede llegar a conocer bastante bien aunque quién me tiene que conocer, ya me conoce y quién realmente me quiere conocer no tiene más que hacerlo preguntándome lo que desee.


En fin, en un día como hoy, esto estaba pensando, justo antes de irme a ponerme con mis obligaciones que nada tienen que ver con el escribir en este blog o el estar perdiendo el tiempo por internet.... aunque no deja de ser entretenido ¿que no?

21 abr 2011

Políticamente correcta

Políticamente correcta

El arroz teñido previamente para que su almidón no manchase los trajes pulcros de los novios, caía en forma de lluvia de alegría sobre los recién casados a la salida de la puerta de la iglesia. El coche de novios, adornado como la ocasión lo requería, les estaba esperando en doble fila, para llevarles hacer las fotos que inmortalizasen el momento e inmediatamente después, terminar en el restaurante para celebrar con todos los asistentes a la boda.
Alicia, como la mayoría de los invitados, finalizando la cena y poco antes del baile, se acercó a la mesa nupcial, les entregó el sobre y les dio la enhorabuena, dando dos besos a los respectivos novios. Fueron unas escasas fracciones de segundo, pero el tiempo suficiente para que las miradas de Alicia y de Sebastián se cruzasen y se dijesen lo que ambos ya sabían. Hay miradas que hablan más que mil palabras, y por ello, nadie más pudo alcanzar a escuchar ni tan sólo el susurro de las voces de esa conversación no verbal, que surgió de modo espontáneo, porque el momento oportuno lo requiso y porque lo tenían pendiente.
Asumieron que entre ellos y a partir de ese instante, surcaría en el medio de ambos un glaciar indestructible que terminaría con el calor latente entre ambos, sucumbiéndolo en las profundidades de las tinieblas hasta lograr su total destrucción.
La pasión inmensa de la que habían disfrutado en la clandestinidad y que había alimentado sus momentos en alguna que otra habitación de algún hotel, tras la respectiva coartada de alguna reunión inesperada o un encuentro hipotético con los compañeros de la facultad o cualquier otra vaga excusa que agotaba ya el saco de las mentiras para verse, había pasado a formar parte tan sólo del recuerdo, aunque en su fuero interno se negaban a que así fuese.
Años después, en la sala de espera del consultorio médico, Sandra se encontró con Alicia y con su madre, una mujer mayor que pese a su avanzada edad, se encontraba en pleno uso de sus facultades psíquicas. Las saludó educadamente y se sentó con ellas entablando una conversación políticamente correcta.
La madre, le hizo saber lo que se rumoreaba en el pueblo sobre su reciente separación. Hay temas que son delicados nombrarlos aún sacándolos a colación, pero si se hacen con la forma más natural del mundo y utilizando un lenguaje notoriamente respetuoso, son generalmente aceptables y entendibles y más si proceden de una persona mayor, a los que, debido a su edad, se les permite casi todo.
- ¡Que mujeres más malas son esas que se enredan con hombres casados, vergüenza me daría a mí tener una hija así!
- No señora Carmen, no diga eso. Cuando una mujer está enamorada habla y actúa su corazón y no entiende lo que es moralmente correcto o lo que no lo es tanto. Una mujer enamorada actúa por sentimientos independientemente de si sus actos están bien o mal ante los ojos de esta sociedad tan hipócrita en la mayoría de los casos, incluso si sus actos provocan daños colaterales.
- Ya…pero… hija… es que…
- Señora Carmen, usted como buena feligresa que va a misa todos los Domingos, sabrá que Dios dijo cuándo querían apedrear a María Magdalena, que quién estuviese libre de pecado que tirase la primera piedra. ¿quiénes somos los demás, señora Carmen, para criticar y juzgar a nuestros prójimos?
- Ay hija, pues mirándolo así, vas a tener razón.
- Y la tengo señora Carmen, créame que la tengo. Esa mujer, le aseguro que es una buena mujer y no ha sido otra tonta víctima en las manos de mi ex-marido. Una tonta enamorada hasta las trancas como lo fui yo. A quién la prometió amarla como me prometió a mí. Una infeliz como yo a la que uso y de quién se rió todo lo que quiso y cuándo se cansó de ambas, nos echó de sus vidas como un trapo usado y viejo, para irse con otra a quién duplicábamos la edad.
- ¡Que sinvergüenza ese hombre, que miserable! ¿Cómo se puede jugar con los sentimientos de dos mujeres? ¿ese hombre no tiene madre o hermanas, les gustaría que algún hombre les tratase igual que os trato a ti y a esa pobre infeliz?
- Pues ya ve usted señora Carmen, ya ve usted. Por eso me duele que juzguen a esa mujer de tan mala forma cuándo ella y yo, somos las únicas víctimas, la única diferencia es que yo me casé con ella y fui su mujer a vistas de esta sociedad, pero nada más. Quién me engañó fue él, que estando con ella, se casó comigo y luego siguió con ella. Además señora Carmen, me consta que él ya había comenzado una relación con ella antes de empezar conmigo, pero al igual que hizo en su día, la convenció para que su relación fuese discreta, que nadie lo supiese y así evitar las habladurías en el pueblo. Cuándo nuestra relación se supo de modo casual, fue cuándo ella se enteró que yo existía, pero por lo que se, ya era demasiado tarde, ella ya estaba muy enamorada de él.
- Vaya hija… me conmueve tu historia… la gente hablamos demasiado y siempre de lo que no sabemos… ay hija, pobre de ti y de esa muchacha que por lo que tu dices, su mayor pecado fue enamorarse de ese indeseable… ay hija.
- Pues si señora Carmen si, la gente habla y no sabe de la misa la mitad, por eso me he alegrado encontrarme con ustedes hoy y que el tema haya salido. Me gusta saber que saben ahora mi historia por mí y no por comentarios ajenos y en muchos casos malintencionados.
- Que razón tienes hija… oye, y esa chica ¿la conoces? Del pueblo no es ¿verdad? porque me imagino que si fuese del pueblo, eso se hubiese sabido… ya sabes como es la gente del pueblo que en seguida hablan, rumorean y todo eso, bueno… ya sabes ¿que te voy a contar a ti?
- ¿Ella? ¿Qué quién es ella? Señora Carmen, ella fue una gran amiga y espero que después de que ella me llame para quedar y tomarnos un café juntas, nos demos un abrazo y volvamos a recuperar la amistad que tuvimos siendo unas crías, porque no es justo que por culpa de un hombre se estropease esa amistad ¿no cree usted así señora Carmen? y tú Alicia, que no has dicho nada, ¿Qué opinas?
- ¿yo?... ehh…
- Si Alicia tú.
- Pues que estoy convencida que esa llamada llegará muy pronto y que esa chica y tú, seréis las grandes amigas que fuisteis, de eso no me cabe la menor duda.

Los secretos del cine.

Los secretos del cine.

¡¡Silencio, cámara, aaaación!!
Recordaba la cantidad de veces que podía haber llegado a escuchar estas tres palabras durante todo el tiempo de rodaje mientras que esperaba a que una impresionante limusina de un blanco marfil le viniese a recoger. Mientras terminaba de acicalarse en su habitación ante la atenta mirada de sus familiares y los neriosismos propios del momento como consecuencia de una emoción inocente y cándida nacida en su interior.
Se miraba al espejo y se veía más bonita y radiante que nunca. Su vestido palabra de honor, de un color rosa chicle cubierto de pedrerías y largo hasta sus tobillos, terminado de encaje, daban muestra de ser un impecable trabajo meticuloso. Se sentía engullida en ese radiante vestido la mujer más feliz del mundo. Estaba convencida que no recibiría ningún premio aquella noche, aunque estaba nominada como mejor actriz revelación pero pese a eso, era su noche, a
De espaldas al espejo de su cómoda y sosteniendo otro pero pequeño de bolsillo, hacía el juego necesario para poder contemplar y ver el resultado de casi tres horas de trabajo en la peluquería. Un recogido de tirabuzones orientados hacía el medio, algunos discretos mechones sueltos sobre su hombro y como adorno, media docena de pequeñas horquillas plateadas y brillantes ponían el broche de oro a su peinado.
El sónido de un claxón, terminó por acelerar su nerviosismo. Se asómó a la ventana y vió a las puertas de su casa, una fragante limusina de color blanco marfil. Se despidió de sus familiares, dándoles un beso apresurado y sujetándose el vestido para evitar tropezar con el y caerse y bajó corriendo para montarse en la limusina. No podía perder tiempo ni debía permitir que arrancase sin ella. Dentro estaban el resto de sus compañeros de reparto. La emoción entre todos ellos era notoria pero sin embargo, en ella, era especialmente espectacular.
Cuándo llegaron al anfiteatro, la hermosa y impoluta alfombra roja de la entrada, hizo que sus ojos se llenasen de asombro reflejando su estado entre los asistentes. Jamás se hubiese imaginado en esa situación aunque siempre lo había soñado. Era una princesa en un cuento de hadas envuelta en un mundo mágico de colores e intensas dosis de ilusión.
Se sentó en la butaca asignada y se sintió pequeñita pero inmensamente feliz.
Sin contar con ello, se vió premiada con cuatro estatuillas de oro y el aplauso y la admiración de todos los asistentes por su trabajo, profesionalidad, humildad, entrega, dedicación, cariño y compañerismo para con todos.
No tenía preparado ningún discurso y sin embargo, de modo totalmente improvisado y espontáneo, realizó el mejor recordado hasta entonces.
¿Su nombre? Ya saben, Firulina se hace llamar.
Echaron las cortinas, apagaron las luces y sin embargo la función, como todo el mundo supondrá, siempre tiene que continuar.


(Dedicado a una compañera y amiga)

Carta de Carlos (Dedicado al 11-S)

Hermanos:

Hoy he estado viendo los vídeos que padre conserva del trágico día en el que os perdimos. Este año cumplirá diez años ya y cada vez que los he visto a escondidas de nuestros padres que no deben de saber que yo sé de la existencia de esas imágenes demoledoras, se me desquebraja el alma a pedazos.
La primera vez que los ví, por equivocación, pues pensé que eran videos familiares antiguos, tuve pesadillas durante casi dos semanas. Me oriné en la cama en varias ocasiones, provocando la preocupación de madre que no sabía que me sucedía. Obviamente jamás le dije nada.
Cuándo sucedió, yo era aún muy pequeño, pero aún así recuerdo, aunque vagamente, varías imágenes retransmitidas por la televisión, a pesar de la oposición de nuestros padres, que siempre optaban por apagarla y mandarme a mi habitación a jugar. Creo que no hay error más grande que intentar esconder una realidad a un niño, con mentiras y engaños, cuando se sabe a ciencia cierta que tarde o temprano va a tenerlo que saber. Entiendo que el amor de unos padres les lleve a evitar un dolor, pero hay dolores que se pueden mitigar, pero nunca obviar. De hecho, cuándo yo me enteré de toda la realidad, el dolor natural se acrecentó con desprecio y rencor. Los psicólogos dijeron que era una reacción dentro de los márgenes normales de la respuesta de un niño ante un dolor de semejante envergadura.
Intento analizar cada segundo de la película y a veces os veo pidiendo ayuda entre los amasijos de aquel avión, los escombros y la desesperación de la gente que intentaban ayudar y de los que pedían ayuda.
Madre no se ha quitado el luto desde entonces. Su carácter ha cambiado radicalmente. Está siempre apagada. A veces intento bromear con ella y sonsacarla una sonrisa, pero resulta difícil. Cuando el corazón llora, el alma inevitablemente está triste y eso se refleja en su rostro, notariamente envejecido por la pena que lleva a cuestas.
Siempre que llega algún aniversario, bien del trágico atentado aquel o vuestro cumpleaños o cualquier otra fecha destacable en los que vuestra ausencia se echa en falta especialmente, madre recuerda el odio que tiene a los musulmanes y también maldice el día que decidisteis ir a trabajar a EEUU.
Yo no la culpo por su resentimiento. Es normal. Yo también me he vuelto un xenófobo. A veces el ser humano no es lo que quiere ser sino lo que las circunstancias le conducen que sea. Además, tal y como nos explicaron los psicólogos, es entendible porque siempre necesitamos culpabilizar a alguien de nuestro dolor y así actuamos. Por si eso fuese poco, nosotros no contamos un lugar físico dónde podemos ir a lloraros. Dicen los psicólogos que eso es peor, ya que cuesta más pasar página y seguir con nuestras vidas llevando siempre la pena de la ausencia, porque siempre queda la duda de si entre todos aquellos escombros, podríais estar vosotros suplicándonos ayuda. No es fácil entender que vuestros cuerpos jamás aparecieron, que jamás aparecerán y que a nadie eso le parece importar, excepto a nosotros, vuestros seres queridos. Nadie puede ponerse en nuestro papel porque nadie lo ha vivido.
Lo que sucedió supuso un punto de inflexión en nuestras vidas. Nos marcó como un estigma indeleble en nuestra piel. Nos afectó y nos sigue afectando hasta el punto de llegar a enemistarnos con la familia. Madre no se habla con el tío Toño. El tío en muchas ocasiones ha intentado limar asperezas, poniéndose en el lugar de madre y dando su brazo a torcer, pero madre es muy reacia. Se siempre engañada y por ende, herida. La prima Marta hace algo más de un año conoció a un moro y por miedo a la reacción de madre, no se lo querían decir. Cuando madre se enteró se enfadó mucho con la prima. La dijo que era una mala persona por tener algo con uno de la especie de los que os mataron a vosotros. Yo se que la prima lo ha pasado mal y el tío también lo está pasando mal con la situación. Entienden su reacción y por eso la respetan aunque no lo comparten.
Yo por mi parte, sólo espero y confio que el tiempo termine por devolvernos a todos la tranquilidad y la armonía que reinaba en nuestra familia antes del fatídico 11-S.
Besos
Carlitos.

17 abr 2011

Un mundo de mil colores


Los ojos más bonitos del universo





Los ojos más bonitos del universo.

Hace ya unos años que se fue, sin embargo, le siento tan cerca de mí que pareciese que hubiese estado con él hace tan sólo unos escasos segundos. Desayunando juntos sin ir más lejos en esta mañana de Domingo y pensando en ello, escucho su voz repitiéndome que el desayuno es la comida más importante del día.


Por eso, aunque parezca lo mismo, yo extraño su presencia pero no su ausencia, porque la ausencia no existe si sigo sintiendo su esencia, y esta, sigue a mi lado y permanecerá a mi vera hasta el día que me vaya de este mundo y en el que me encontraré de nuevo con el, y recuperaré los buenos ratos vividos con su presencia.


Se que es difícil de entender, pero no me da vergüenza admitir, que cuando estoy triste, me tumbo en la cama, cierro lo ojos y le veo, con sus ojos verdes e inmensos. Los ojos más bonitos del universo, como el siempre decía.


Recordarle me da alegría pero al mismo tiempo me entristece porque le extraño, le extraño mucho y le quiero más allá del infinito, tanto que resulta muy difícil decir con palabras lo que siento y transcribir esa marambuda de emociones que albergan en mi interior y que se quedaron allí, agazapadas, esperando el día que le pueda volver abrazar de nuevo.


Me gusta recordarle. Me encanta recordarle. Disfruto haciéndolo a pesar de que también me duele, pero aún así, me gusta cerrar los ojos y compartir con el mis cosas. Me gusta creer que el, desde donde quiera que esté, me aconseja y me guia por el buen camino. Me gusta pensar que junto a mi abuelito, el es mi angel de la guarda y que tal como hizo en vida, nos cuida y nos protege a todos, no sólo a mí, sino a todos. Me gusta pensar que es así porque se, que en cierto modo, así es. Ya lo hizo en vida y hay cosas que ni la misma muerte puede cambiar.


Aunque por la lejanía, no compartí muchos momentos de mi vida con él, los pocos que compartí, fueron inigualables e imborrables para mi memoria, y por lo tanto valen oro. A veces no es el tiempo que se comparte sino la calidad de este y aquellos momentos para mí, no tienen precio, por eso son los más bonitos de toda mi vida.


Recuerdo su ternura y todo el cariño que en vida me entregó. Lo recuerdo y lo siento, lo siento intensamente, tanto que no puedo evitar que mis ojos se encharquen de lágrimas al recordarle. Es inevitable que así sea.


Durante mucho tiempo maldije aquella maldita operación que me le arrebató para siempre, luego, con el paso de los años, aprendí que la operación no fue más que una excusa. El se hubiese ido igualmente. Estaba de Dios.


No fue justo, nunca lo es. Para nadie le puede parecer justo el perder a un ser querido. Como alguien me enseñó, el ser humano sabe que algún día va a morir, pero pese a eso, nos aferramos a la vida como a un clavo ardiendo y aunque terminemos resignándonos ante lo inevitable, nunca lo entendemos del todo ni mucho menos lo aceptamos. Supongo que forma parte de unas de las imperfecciones con las que cuenta el ser humano. Al fin y al cabo, somos algo más que carne y huesos. Tenemos sentimientos y nos movemos por emociones y gracias a Dios que así es, de lo contrario, seríamos máquinas y creo que no era esa la intención de nuestra creación.


Recuerdo cuando nos juntábamos todos alrededor de la mesa a comer las chuletitas de cordero que previamente el había asado en el asador, ese que también, el había construido con sus propias manos. Recuerdo su cara de satisfación. Él era feliz viéndonos a todos felices. Juntos y felices. Él era muy familiar y eran esos momentos en los que él se sentía feliz. Hay momentos tan bonitos que no se compran con dinero y valen tanto que no tienen precio. Recuerdo su rostro, radiante, como si le estuviese viendo ahora mismo.


El día que se fue y durante varios días siguientes, el teléfono de mi casa no hacía más que sonar. Si eso sucedía en mi casa, no me quiero imaginar lo que fue en la suya. La llamada que más me impresionó fue la de un amigo que me dijo que le hubiese gustado acompañarle en su último viaje al pueblo. Su pueblo, el que le vio nacer y al que iba cada vez que el trabajo se lo permitia.


Fue generoso hasta el fin de sus días. Me dejó el legado más hermoso que alguien puede dejar en esta vida. Tres personas a las que amo inmensamente, además de sus lecciones, su recuerdo, su cariño y su amor.



Con todo mi amor para los ojos más bonitos del universo.