26 jul 2008

Dime la verdad




La noche fue maravillosa. Me lo estaba pasando genial. La música me encantaba. Las canciones de los años 90 me gustaron, me trajeron buenos recuerdos. Mi cuerpo se movía solo, bailé todo lo que quise, la pista era toda ella y en exclusiva para mí, me olvidé por completo del resto de la gente. Todo era perfecto ¡¡Me sentí feliz!!

Se apagaron las luces, la música cesó y con ella mi desenfreno. Montamos en el coche y la temible pregunta, formada por tan solo dos palabras, llegó después de un: "dime la verdad". Cabizbaja contesté que no.


Su mirada se entristeció al tiempo que en mi, vino el recuerdo de otra persona.

Nada en esta vida es perfecto, la felicidad no es continua, los pequeños matices de la vida nos lo recuerdan a cada instante. Los cuentos de hadas con finales perfectos solo ocurren en las películas de dibujos animados de Walt Disney.

Decir la verdad es un privilegio que se paga con un alto precio que en ocasiones no es recompensado.