4 dic 2008

El canto del ruiseñor

Levité mi alma más allá del sol poniente,
dejé tras mis pasos, mi país –mi razón de ser-
que supo abonar mis tierras con vino tinto,
y en su capital mis semillas vieron florecer.

Emprendí el camino rumbo a lo desconocido
y metí en tu valija mi cuerpo cambiado
exponiéndole sin miedo a un futuro incierto
por culpa de mi corazón enamorado.

Me propuse ser una intrusa en tierra ajena
humilde aprendiz de otras costumbres
discípula predicadora de nuevas creencias
un miembro más entre las servidumbres.

Edifiqué así un templo tibetano en el aire
donde poder refugiarme a meditar mis deseos
purificar mi alma y relajar mis músculos
fugitivos del ardor peso de mis anhelos.

Escalé la blanca muralla del tiempo perdido
a ofrecerle mis dudas como un don divino.
Y dejar pasar allí las horas rebuscando
mi piedra energética cubierta de oro alcalino.

Me encadené a la sombra de la incertidumbre
hipotecando el amasijo de mis ausencias
caminando al interior de un nuevo mundo
que engrandecía, poco a poco, mis carencias.

Escuché, a lo lejos, el cantar del ruiseñor
que sutilmente me indicó mi certero destino
haciéndome abrir los ojos para volver a recorrer
hasta regresar al punto cero de mi camino.

2 dic 2008

Carta a un gallego



Carta a un Gallego :

Quizás no fue coincidencia que me diese aquel golpe con el coche y tuviese que quedarme dos días más de lo previsto hasta coincidir con tu llegada y poder ver, esos ojos verdes gallegos con los que hacía tiempo no coincidía y que rara vez se percataba de esta bajita madrileña que se le caía la baba cada vez que se cruzaba contigo por la calle principal de nuestro pueblo.

El golpe, ya lo sabes, me costó un riñón y parte del otro, gajes del oficio que dirían algunos, yo, mala suerte, porque mira que sucederme esto justo cuando hacía tan solo unos días que había cambiado el contrato a terceros… pero dicen que no hay mal que por bien no venga y las cosas siempre suceden por algo.

Probablemente el reflejo de la vergüenza se debió de exteriorizar en mi rostro cuando tu sobrino me dijo que un día debia de ir contigo hacer submarinismo. Yo contigo iría al fin del mundo y si hay que hacer submarinismo, se hace, incluso yo creo que debo de estar muy guapa con un traje de neopreno porque además de estilizar el cuerpo a mi el color negro me favorece, el problema es que casi se nadar así que complicado lo tengo para ponerme a bucear, pero por intentarlo no será y si con ello logro tragar un poco de agua y echarle un poco de cuento y que me hagas el boca-boca pues ¡bendito sea el submarinismo y el artífice de dicho deporte!

De corazón te digo, que es increíble la paz y la calma que me trasmites en las ocasiones que escucho tu voz. Cierro los ojos y casi puedo sentir tu fragancia y ese olor a salitre del mar cantábrico que de un modo u otro, siempre me lleva a el y en el que, sin lugar a dudas, acabaré haciendo mi vida. Gracias a ti estoy aprendiendo, a no solo a respetar, sino a amar, ese mundo paralelo que existe en las profundidades del océano.

Jamás, por mi parte, perderé la esperanza de pensar que siempre voy a seguir en contacto contigo aunque sea tan solo, hablando por teléfono, más, no se, porque ni yo estoy preparada ni se aún lo que verdaderamente quiero. Que sea el destino quién decida por nosotros y por lo que nos pueda suceder, tanto juntos como separados, tan solo te puedo confirmar y esta decisión no está en manos del destino sino en mí, que mi amistad ya la tienes y haré lo que esté en mis manos para mantenerla.

Mi instinto femenino y este sexto sentido que toda mujer poseemos me indica que ya formas parte de mi vida y de la lista de personas importantes de ella, el grado, es lo que aún no tengo definido, quizás porque aunque has llegado a mi vida, no ha sido en el momento en el que en mi lista de prioridades esté el florecer mi búsqueda de pareja sino más bien el centrarme en mi vida profesional y es en eso en lo que mis pensamientos andan distraídos y ocupados.

Recuerda que pese a todo, siempre nos quedarán nuestras risas, nuestras conversaciones y ese nexo en común que es la tierra de nuestros progenitores donde un día nos encontramos y siempre, para bien o para mal, nos acabaremos encontrando.

Por último decirte que fue un placer quedarme anoche dormida mientras escuchaba tu voz al otro lado de mi móvil y quién sabe, a lo mejor algún día tengo la suerte de despertarme con tus besos.

Un bico.