(Viendo un reportaje sobre la vida de un boxeador escribí este artículo)
Cuando has subido muy arriba, mucha gente te
rodea, pero cuando caes empicado hasta tocar fondo y te encuentras en lo más
bajo, pocos te acompañan. En lo que no depara la gente, es que si la caída ha
sido fuerte, es porque has tenido que haber subido mucho.
Su padre falleció a la misma edad que él: Cuarenta
y nueve años. Una edad para ya saber bastante de la vida pero muy joven para
irte de ella.
Cuando te ofrecen mucho dinero por hacer algo
que, aunque no te guste, no requiere mucho esfuerzo a simple vista, no te lo
piensas… y comienzas en ese mundo… y sigues….
y subes…. y quieres seguir subiendo como
la espuma, y lo que es mejor, (o peor) es que lo haces.
Los expertos y críticos del boxeo no daban
crédito. No sabía boxear, ni moverse adecuadamente. No
tenía el estilo propio y requerido en el boxeo, pero sin lugar a dudas, era un
fenómeno a tener en cuenta. Llegase donde fuese, la gente le quería ver y
llenaba estadios de forma asombrosa. Movía a la multitud allá donde iba,
dejándoles con la boca abierta y más que satisfechos con el espectáculo
ofrecido.
Él éxito le acompaña y Guipúzcoa se le queda
pequeño, así que un día tiene que dejar el caserío donde vivía para viajar a
Madrid.
A lo largo de un mito siempre se crea una sombra
y se les empieza a acusar de haber tongo en los combates, porque, según decían,
se le ponía a pelear con boxeadores malos. Tanto él como su entorno siempre lo
negaron, pero inevitablemente, el fantasma del tongo le persiguió durante toda
su vida profesional.
Paralelamente al boxeo, comenzó a salir y a beber. Indiscutiblemente, el mundo de la farándula, el salir de fiesta, la noche, el alcohol… son aficiones incompatibles con el deporte, pero eso él no lo entendía.
Separado de su primera mujer, sus salidas
nocturnas, las fiestas, y las mujeres, empezaban a ser una constante en su vida.
Le advirtieron que se alejase de ese mundo, pero él hizo caso omiso a todos los
consejos y se metió en una vorágine de la que es tan fácil entrar como difícil
es salir.
Tenía privilegios de los que otros carecían,
tal es así, que hasta la federación Española le permitió ser campeón de Europa
sin haber sido antes campeón de España.
A su alrededor habían muchos viviendo a
cuenta de él, pero no sólo era extremadamente generoso sino que, como el dinero
que manejaba era mucho, no le importaba gastarlo como se le antojase. Cuando
tienes, crees que nunca te va a faltar, y cuando te falta, es cuando te das
cuenta de lo que tuviste.
Su final comenzó cuando un conocido alemán le
arrebató el título europeo. No volvería a recuperarlo nunca más. Es ahí cuando
empieza su decadencia tan profesional como personal.
Su vida desordenada continúa hasta que conoce
a la que sería su segunda mujer y el gran amor de su vida. Él estaba aún casado
y lo que hoy hubiese sido infidelidad, con el régimen de franco, fue sin
embargo adulterio.
Se justificaba diciendo que, cuando él decidió
irse a Madrid, su mujer no quiso acompañarle y que era un hombre joven sólo en
una ciudad grande, por lo tanto, era normal que conociese a otras mujeres,
además habría que añadir que era guapo y con dinero, los ingredientes
principales para que las mujeres se sintiesen más que atraídas por él. No
guardaba rencor con su primera mujer, pero si había un notorio distanciamiento,
ya no sólo con ella sino también con los tres hijos que tuvieron en común.
Pese a su estabilidad sentimental con su
segunda mujer, él seguía bebiendo, y bebía mucho. Cada vez más. Eso hacía que
su caída fuese más vertiginosa y su decadencia más pronunciada e inevitable.
Todo el mundo era consciente de su declive y de su cruda realidad excepto él
que, lejos de admitirla, le quitaba hierro al asunto.
Después de muerto llegaron las lamentaciones
por parte de muchas personas. Quizás… quizás… quizás… pero ya era tarde.
Demasiado tarde. Él se había quitado la vida y ya no había vuelta atrás.
Quién le conoció dice que fue un buen
boxeador pero fue mucho mejor persona, que ayudó siempre a todos aquellos que
en algún momento requirieron de su ayuda, pero en cambio, cuando él necesito
ser ayudado, ni lo supieron ni, probablemente, le quisieron ayudar, cuando bien
sabían que, aunque no lo pidiese, por orgullo tal vez, lo necesitaba como él
que más.
En el verano del 92 se tiró de un décimo piso
del domicilio en el que vivía en Madrid. Ese mismo día murió un mito pero nació
una leyenda.
2 comentarios:
Hay muchos casos así, es una lástima que mueran las personas para crear una leyenda.
Un abrazo, Mónica.
Si, es cierto, es triste y duro pasar de tener mucho dinero a perderlo practicamente todo.
Muchas gracias por tu visita Ana.
Otro abrazo enorme para ti.
Publicar un comentario